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miércoles, 23 de abril de 2014

El Viaje


Hay veces que, estés donde estés y por mucho que hayamos cambiado, seguimos celebrando días como cuando éramos pequeños. 


El día de Sant Jordi, siempre era un día celebrado en mi casa, en el que nunca faltaba el olor a rosas y libros. Un día precioso y especial para mi, que siempre daba la bienvenida a la primavera oficialmente. 

La verdad es que tengo la suerte de haberme criado en una familia en la que los libros siempre han estado presentes. No solo este día tan bonito, realmente siempre había un motivo para regalarnos un libro!
En mi casa tengo una gran biblioteca y aquí, a lo largo de estos dos años, me he ido haciendo una muy especial también.

Hay libros a los que les tenemos un cariño especial... Son muchos los que pasan por mi mente. Nunca podré olvidar las primeras lecturas en compañía de los libros de El barco de vapor, seguir creciendo con las aventuras de Los cinco de Enid Blyton. Soñar con regalos de mis tías como Flor nueva de romances viejos. Encontrar libros preciosos como Caperucita en Manhattan de Carmen Martín Gaite. Descubrir en el instituto a los grandes como Cervantes y Shakespeare. Disfrutar de la historia con Reverte. Crecer, amar y llorar con El desencuentro, de Fernando  Schwartz. Y emocionarme y encontrar siempre algo nuevo con el libro tesoro El principito de Antoine de Saint-Exupéry.

Esto, mis queridos Nómadas, es solo un resumen! Hay muchísimos más... Pero necesitaría horas y horas para enumerarlos todos!

La lectura y la escritura siempre han estado presentes en mi vida. Desde pequeña, me gustaba jugar con las letras y darles forma... Nunca imaginé que algún día yo también podría formar parte de este maravilloso mundo que nos aporta y enriquece tanto. Que nos hace soñar y deja volar nuestra imaginación hasta límites insospechados! 

Pero hay veces, que la realidad es más grande que nuestros sueños y que nuestra imaginación... Y si sueñas algo muy fuerte, puede hacerse realidad! 


Ahora, con varias publicaciones a la espalda y muchos proyectos en el horizonte, celebro este día con la ilusión de cuando era niña! Y me enorgullece enormemente formar parte de este fantástico mundo entre letras.

A continuación os dejo un relato que escribí hace un tiempo y el cual espero que os guste y lo disfrutéis! Cada verso, cada frase, cada cuento, cada relato, cada poema, cada libro... Es una nueva aventura y un nuevo viaje del que podemos formar parte! Saboread suave y despacito todos los sentimientos que hay detrás de cada letra... 

Feliz día del libro a tod@s!! 


EL VIAJE

Cargada de maletas esperaba el tren que cambiaría su destino en aquel viejo apeadero que tantos recuerdos le traía... Sintió ese temblor en el suelo, las piedrecitas bailaban bajo sus pies. Ahí estaba. La gran ciudad cada vez más cerca. Después de acomodarse en su asiento, respiró. Un aire fresco invadió su cuerpo, miró por la ventana y dejó volar su imaginación. Una sonrisa dibujó su rostro. Empezaba un viaje que llevaba esperando mucho tiempo, quizá demasiado...

En ese momento vino a su recuerdo aquella tarde en la playa en la que el agua del mar no era lo único amargo... Era una tarde calurosa, llena de sol y sonrisas alrededor. Jamás le volvería a ver y aquello la inquietaba. Recordaba cada gesto, cada caricia, cada susurro... Cómo iba a salir de esta? Cerraba los ojos y veía los suyos clavados como puñales. Tenía que olvidar y seguir hacia delante.

Ese pensamiento la devolvió a aquel vagón en el tren. Olió el maravilloso café y se levantó a por uno. Miró a un lado y otro. Miles de historias la acompañaban, todas viajaban a su vez y todas empezaban en aquel tren. Siempre le habían gustado más los principios. Al fin y al cabo los finales de un modo u otro terminaban siendo amargos... 

Había llovido. Pero ahora el sol hacía brillar las gotas de agua sobre el cristal. Aquello parecía una cortina de diminutas lucecitas, como las que siempre se ponen en Navidad por todas partes. Navidad. Le fue imposible no llevar su mente a la última junto a él. Entonces todo parecía perfecto... O bueno, por lo menos lleno de felicidad. Aunque realmente estaba muy vacío. 

El tren se detuvo, no tenía muchas paradas. Subió gente. Ella siguió allí saboreando su café, intentando no pensar en nada. El tren reanudó su camino. Le encantaba viajar en tren, pensaba que era el medio de transporte más romántico del mundo. Podía haber algo más bonito que un viaje en tren? Seguro que no... Cerró los ojos y de repente tuvo esa extraña sensación de sentirse observada. Miró a un lado y a otro. Sus miradas se encontraron. Otra vez. Ella apartó la suya y volvió a su vagón. No podía creerlo, cómo podía ser? Aquella mirada penetrante se cruzaba otra vez con la suya. No quiso darle más importancia, pero tampoco podía sacarlo de su cabeza.

Cogió a su compañero de viaje, siempre lo llevaba. Adoraba aquel libro que le había regalado su hermana tantos años atrás... Y lo que más le gustaba era que, por muchas veces que lo leyera, siempre sacaba algo nuevo de él. Aquel Principito sí la tenía enamorada. 

Cuando lo vio pasar por su lado se le aceleró el corazón. No pudo evitarlo y, pensándolo bien, tampoco quería evitarlo. Hacía mucho tiempo que no sentía algo así. Esa adrenalina por todo el cuerpo, cuando de pronto se te acelera el corazón y de repente se para de golpe. Y así, sin ni siquiera planearlo, una sonrisa salió de sus labios... Por supuesto, él se la devolvió. Tomó asiento enfrente de ella y su mirada se iluminó aun más cuando observó el libro que ella tenía entre las manos. 

Ninguno de los dos sabía qué significaba aquello. Porque el destino había querido unirlos otra vez. En aquel tren, lleno de sueños, de ilusión, de ganas. De ganas de conocer, de experimentar, de empezar de cero. Y seguir a delante sin mirar atrás. De disfrutar las nuevas oportunidades. Y sin lugar a dudas, aquello era algo más que una simple coincidencia. 

Un sol rojo caía sobre el horizonte... Y un cielo vestido de rosa se despedía de ellos. La tormenta había pasado, en todos los sentidos en los cuales podía pasar. Y quizá, todo tenía más sentido que nunca por muy extraño que pareciese. Y así, un viaje cualquiera, hacía un nuevo comienzo, unió dos caminos que, de un modo u otro, estaban destinados a encontrarse.

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